Si el Retablo es obra de gran categoría artística por su escultura y arquitectura, lo es más porque atesora veinte cuadros en tabla de Luis de Morales "El Divino." Es la mayor colección de obras del pintor que se conserva y la única que permanece completa en el mismo lugar para el que la creara.
Podemos considerar el Retablo de Arroyo como la obra cumbre de Morales, realizado en su época de producción más feliz y fecunda. Aquí encontramos la ternura y delicadeza de Jesús Niño, la sublime grandeza del drama del Calvario con sus Piedades y Ecce-Homo. Las célebres Madonnas, de marcada influencia italiana, con el rostro oval, párpados caídos, hermosa cabellera, velos transparentes. No vemos sonrisas ni lágrimas en Morales. Sólo hay serenidad y dolor seco, cual convenía a los encargos que recibía de un público tan estoico como el extremeño.
Palomino de Castro pintor, escritor y critico de arte de principios del XVIII, en su biografía de los artistas españoles más representativos de los siglos XVI y XVII da a Morales el calificativo de Divino. Dice así:
"Fue cognominado El Divino porque todo lo que pintó fueron cosas sagradas, como porque hizo cabezas de Cristo, con tan gran primor y sutileza en los cabellos, que a el más curioso en el arte ocasiona el querer soplarlos para que se muevan; porque parece tienen la misma sutileza que los naturales."
De su estudio con Pedro de Campaña en Sevilla recibe su devoción por los modelos italianos, interpretados con sensibilidad y técnica flamenca. De la inmediatez portuguesa el fuerte patetismo y amanerada dulzura de los maestros lusos. Del genio de Alonso Berruguete, pintor, a través de sus trabajos en el retablo de la Visitación en Toledo, la energía del maestro vallisoletano. De Leonardo, por su constante inclinación a la esfumatura y el misterio de sus sombras. De Rafael, por la manera de traducir la belleza exuberante de sus Vírgenes como diosas griegas en doncellas recatadas, dulces y humildes, como exigía el misticismo y ascetismo castellano y extremeño. De estampas y cartones flamencos, alemanes e italianos su inspiración constante.
Con todos estos ingredientes, crea Morales su estilo personal que culmina en la década de los sesenta del siglo XVI y que coincide con la fecha del Retablo de Arroyo de la Luz. Presente está en nuestro artista la corriente manierista de su época, con figuras alargadas e inestables.
Las pinturas están todas realizadas sobre tableros de pino, ensamblados y engatillados por el reverso, mientras por el anverso tienen una preparación de estuco, con el objeto de presentar una superficie apta para pintar sobre ella. Luis de Morales, pintor, vecino de Badajoz, como reza el Archivo Parroquial, se remató en la pintura de los tableros del Retablo el año 1560 por la cantidad de 400 ducados. Estableció su taller en la ermita de San Blas y San Bartolomé, que aun existe, convertida en vivienda, y se le pagó el alquiler de una casa durante su trabajo que duró hasta mayo de 1563, en que, terminada su tarea, se inauguró la obra el 29 de dicho mes.